En el 29 de Septiembre Dios por medios de divina providencia, me ha guiado a entregar el ministerio hispano a la iglesia donde yo ministraba. Yo pienso que el Señor ya me ha preparado para tomar un paso de fé y establecer una iglesia independiente de un ministerio americano. Ya el Señor me ha confirmado los dones pastorales que yo tengo y con esa confianza divina que Él ha puesto en mi corazón, el me mueve para realizar su propósito para mi vida.
Yo percibo la vida como una guerra espiritual entre lo demónico y lo espiritual; entre la voluntad de Dios y la voluntad de Satanás. La pregunta no es quien va a ganar la guerra. El libro de Apocalipsis ya nos enseña quien va a ser el vencedor.
Yo percibo la vida como una guerra espiritual entre lo demónico y lo espiritual; entre la voluntad de Dios y la voluntad de Satanás. La pregunta no es quien va a ganar la guerra. El libro de Apocalipsis ya nos enseña quien va a ser el vencedor.
“Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde
estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los
siglos de los siglos.”
Apocalipsis 20:10
Las potestades demónicas multiplicada por mil no proveen ninguna amenaza contra el Todopoderoso. La pregunta entonces es ¿cuántos van a ganar con Dios? ¿Cuántos van a salir victoriosos después de todas las trampas, engaños, y tentaciones que el infierno derrama sobre una vida preciosa? ¿Cuántos podemos rescatar del plan del Satanás para destruir su vida?
“Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de
agradar a aquel que lo tomó por soldado.”
2 Timoteo 2:4
Yo deseo no ser una víctima; ni aun solamente un vencedor. Yo tengo un gran deseo de ser un rescatador. Un hombre completamente separado por Dios para ser el espejo del amor de Dios y el instrumento para influir vidas para abrazar la perfecta voluntad de Dios para ellos. Entre más vidas aceptan al Señor Jesucristo como Salvador personal y entre más gentes encuentran la perfecta voluntad para sus vidas, mas heridas le doy a Satanás. Yo no sé porqué ni como el Señor puso un amor para los hispanos en mi corazón. Lo único que acabo de reconocer es que no puedo ser feliz haciendo otra cosa.
¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!
1 Corintios 9:16
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